Sin duda, la inmensa mayoría de las personas que emigran lo hacen buscando mejores oportunidades de empleo y desarrollo, y una cantidad importante lo hace también como parte de procesos de reunificación familiar; los estudios de Jorge Durand y otros especialistas muestran cómo la formación de “capital social” y de redes de migrantes ha llevado a que se den complejos procesos de toma de decisiones en el marco de la intensa dinámica migratoria que existe entre México y los Estados Unidos de América.
En esa lógica, es importante destacar que la inmensa mayoría de quienes dejan México para ir a trabajar a EUA vive importantes cambios de contexto, pues en miles de casos se trata de un tránsito brutal de zonas rurales e indígenas a ámbitos urbanos caracterizados por dinámicas sociales, culturales y hasta ambientales que les son no sólo ajenas, sino hasta adversas.
Vivir en las urbes
Los datos del Buró del Censo de los Estados Unidos de América no dejan lugar a dudas: entre la sociedad norteamericana hay enormes brechas de desigualdad, las cuales se reproducen entre los latinoamericanos.
Según los últimos datos reportados por esa institución norteamericana, en 2009 vivían 34 millones 289 mil personas de origen “hispano” con residencia legal. Se estima que un alto porcentaje (por arriba del 20%) de ellos son de origen mexicano, lo que nos convierte en la primera minoría étnica de aquél país.
Un asunto a destacar frente a estos datos son las enormes implicaciones culturales que tiene para los mexicanos que emigran transitar de localidades urbanas de relativo tamaño en el país para incorporarse a las principales zonas metropolitanas en EUA, pues, según los datos del Censo norteamericano, en 2009, del total de hispanos que viven de aquel lado de la frontera, 31.95 millones lo hacían en las principales zonas metropolitanas.
De esa cantidad, 16.3 millones están dentro de las principales áreas urbanas, y 15.57 millones habitan en los condados conurbados; mientras que sólo 2.3 millones viven fuera de las áreas metropolitanas.
No todo lo que brilla es oro
Si bien es cierto que el ingreso promedio de las personas que logran conseguir un empleo en Estados Unidos es superior al promedio de los trabajadores comunes en el país, también lo es el hecho de que hay enormes brechas entres los hispanos que laboran en los distintos sectores de la economía norteamericana.
Así las cosas, del total de personas de origen hispano que vivían en EUA en el año 2009, 26.95 millones lograron ubicarse en empleos que les permitieron percibir ingresos. De ellos, 1.57 millones obtuvieron salarios por 2,499 dólares anuales o menos, mientras que 1.23 millones de trabajadores más obtuvieron ingresos entre 2,500 y 4,999 dólares al año.
Los grupos de mayores ingresos, al igual que en México, son una minoría. Así por ejemplo, quienes, en contraste con los datos señalados, obtuvieron entre 22,500 y 24,999 dólares anuales fueron sólo 964 personas, mientras que quienes lograron ingresos por arriba de los 25 mil dólares anuales son únicamente 1.4 millones de los más de 34 millones de hispanos que viven y trabajan en nuestro vecino del norte.
Como puede observarse, en el año de 2009, mientras que el 4% de los hispanos tenían ingresos por arriba de los 25 mil dólares anuales, un 4.5% obtuvieron por su trabajo menos de 2,500 dólares. La diferencia entre estos grupos de población es de 10 veces más a favor de quienes tienen mejores empleos y, en consecuencia, mayores ingresos.
A pesar de lo anterior, la desigualdad observada no tiene los ofensivos niveles que presenta en nuestro país, pues según los datos de la ENIGH, 2010, el decil de más altos ingresos percibe trimestralmente hasta 24 veces más recursos que el decil en mayores condiciones de pobreza.
Política de hipocresía
El Gobierno mexicano, en particular en las dos últimas administraciones, ha asumido una cómoda posición en lo que respecta a la migración. Ante la evidencia de que el modelo de desarrollo está fracturado, ha permitido la política de “dejar pasar”, con una doble moral: por un lado, condenando las agresiones y discriminación hacia los migrantes mexicanos en EUA y, por el otro, manteniendo las condiciones de desigualdad que provocan el éxodo masivo que se ha vivido en las últimas dos décadas de México hacia el vecino del norte.
Esta política de hipocresía ha llevado a que las remesas se hayan convertido en buena medida en una “salida a la pobreza” de cientos de miles de familias ante la inacción de un gobierno incapaz de generar los empleos que urgen en México, a fin de brindarle oportunidades de una vida digna a los millones de jóvenes que cada año se incorporan a la población económicamente activa.
En este escenario, y para dimensionar de lo que se está hablando, baste con señalar que entre enero del año 2003 y diciembre de 2010 han ingresado a México 174,429 millones de dólares por concepto de remesas familiares, una cifra que rebasa lo que se obtiene a través del turismo y que es sólo superada por los ingresos nacionales obtenidos por la venta del petróleo.
Lo que los datos indican es que en el lapso señalado el promedio mensual de dólares que han entrado a México como remesas es de 1,817 millones de dólares, una cantidad que representa, por ejemplo, más del doble del presupuesto anual de una institución federal como el Sistema Nacional DIF; o bien, casi el triple de los recursos que ingresan a la Tesorería del Gobierno, generadas en un año de ventas por la Lotería Nacional.
La información que existe sobre el ingreso de remesas es aún inexacta porque, a pesar de que la mayoría de los envíos se llevan a cabo vía medios electrónicos o servicios de envío especializados, sigue habiendo una importante cantidad de paisanos que utilizan métodos no institucionalizados para enviar sus remesas y, aunque se estima que el ingreso de recursos por estas vías no rebasa el 3%, dada la suma de dinero implicada en las remesas, se trata de montos considerables pues estaríamos hablando de casi 54 millones de dólares mensuales.
Es de destacarse que la tendencia observada hasta 2010 se ha mantenido en 2011 y de hecho se ha tenido un ligero “repunte” en los dos últimos trimestres en el envío de remesas de los mexicanos que trabajan fuera del país. Como ya se vio, entre 2005 y 2010 el promedio trimestral de envío de remesas fue de 5,873 dólares, mientras que en lo que va de 2011 el promedio fue de 5,759, aunque debe considerarse que tanto en el segundo como en el tercer trimestre se superaron los 6 mil millones de dólares en envíos.
Los servicios más caros
Uno de los negocios más lucrativos que se hace “a costillas” de los migrantes es el costo de las comisiones por envío de remesas, pues, a pesar de que se ha regulado relativamente el cobro de comisiones, aún hay una enorme disparidad dependiendo de la institución a la que se acude.
En ese sentido es importante dar a conocer las empresas que, de acuerdo con datos oficiales, son las que cobran más dinero por los envíos, y promover que quienes envían parte de sus ingresos en EUA puedan acercarse a las instituciones de más bajo costo.
Los bancos que cobran mayores comisiones son al mismo tiempo aquellos que tienen menos sucursales o contrapartes en México, lo que puede dificultar el cobro del dinero y obviamente la cantidad de pesos que reciben las familias en México, pues, adicionalmente, se encuentra el factor del tipo de cambio que ofrecen cada una de las empresas o instituciones dedicadas al envío de remesas.
Dada la importancia del tema en Guanajuato, se presenta a continuación un comparativo para las principales ciudades donde viven los migrantes en los Estados Unidos, en función de las comisiones y tipo de cambio que ofrecen cada una de las empresas.
Un análisis llevado a cabo por Opinión y Desarrollo sobre el promedio aproximado de las comisiones más altas que cobran las instituciones financieras de envío de remesas muestra que las empresas que más cobran son Río Envía, Delgado, Money Gram y Western Union (envío en minutos). Sus comisiones oscilan entre el 10 y 15 dólares por envíos de 300 dólares.
Los datos disponibles en el sitio de la PROFECO muestran que por un envío de 300 dólares, en México la familia receptora recibiría, sin el cobro de la comisión, y considerando un tipo de cambio de 12.3 pesos por dólar, un total de $3,690 pesos. Sin embargo, al hacer el envío, por ejemplo, a través de Río Envía, recibiría $3,486. Estas diferencias llevan a que sea muy importante que las personas que envían dinero a sus familias verifiquen:
• Que la comisión de la empresa que elige sea la más baja
• Que el tipo de cambio que le ofrecen sea el más alto
• Considerar que los envíos que no son de “entrega inmediata” son más baratos que los de “entrega en minutos”. Si no hay “urgencia” de envío, vale la pena esperar
• No se deje engañar. Las empresas de envío de dinero aceptan la Cédula Consular como identificación para abrir cuentas y hacer las transferencias
Para las familias receptoras, PROFECO recomienda:
• Informarse sobre el tiempo que tardará en llegar el dinero
• No permitir que se le condicione el cobro a la compra de artículos o de otros servicios.
Es de destacarse que PROFECO tiene una línea de información sobre este tema y es gratuita en México: 01 800 468 87 22.
Dejan la escuela y luego el país
De acuerdo con el Anexo Estadístico del V Informe de Gobierno del Ejecutivo Federal, sólo en 2010 se estima que salieron del país más de un millón 50 mil personas, tanto en situación de migrantes regulares como irregulares. A pesar de esta enorme cifra, seis entidades de la República concentran la mitad de esa cifra: Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Puebla y Veracruz.
Es importante destacar que todos son estados en los que la pobreza ha tenido un incremento significativo en los últimos años. De hecho, Veracruz y Guanajuato son dos de las entidades en las que, en números absolutos y relativos, la pobreza creció a mayor ritmo, pues entre ambas entidades suman más de medio millón de pobres adicionales en 2010, respecto a los que había en 2008.
Asimismo, todas son entidades con un muy alto rezago educativo, entendido como la suma de personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir un recado, o bien que no han concluido los estudios de nivel básico (primaria y secundaria).
El dato es relevante porque, según el estudio “Remesas, asistencia escolar y trabajo infantil en México” (Alcaraz, Chiquiar y Salcedo, 2010), publicado por el Banco de México, hay evidencia que muestra cómo el impacto negativo de la crisis en los hogares receptores de remesas incrementa, al menos en el corto plazo, la decisión de retirar de la escuela a las niñas y niños, así como a incorporarlos a jornadas de trabajo infantil.
En efecto, según este estudio: “el choque sobre hogares receptores de remesas causó un incremento de 9.8 puntos porcentuales en la probabilidad de que un niño trabaje, desde un nivel base de 15.7%. Además, causó una disminución en la asistencia escolar de 15.6 puntos porcentuales desde un nivel base de 82.2%. Se encuentra que estos efectos se deben al comportamiento de hogares con migrantes en comunidades rurales” (Alcaraz, et al, 2010, p. 4).
Esta conclusión del estudio es sumamente relevante porque implica que, si en los hogares rurales receptores de remesas el trabajo infantil se situaba en 15.7% del total de niñas y niños, después de la crisis de 2008 este indicador creció a 25.5%, es decir, uno de cada cuatro niños. Por su parte, la llamada deserción escolar pudo haber crecido de un 17.8% a 33.4%, es decir, es probable que uno de cada tres niños de esos hogares haya tenido que abandonar la escuela.
Por otra parte la evidencia disponible permite sostener que, además, la migración puede estar asociada, entre múltiples factores, a la alta presencia de rezago educativo. En un análisis de correlación, CEIDAS encontró, por ejemplo, que hay un fuerte vínculo entre el número de migrantes que salieron de cada una de las entidades federativas en el año 2010, y el número de personas en condición de rezago educativo.
Como se observa en la gráfica, son precisamente las entidades con mayor porcentaje y número absoluto de personas que no han concluido la secundaria o analfabetas las que presentan un mayor número de personas que en 2010 tomaron la decisión de salir del país.
Tanto el poderoso estudio del Banco de México, como la relación detectada por CEIDAS muestran la imperiosa necesidad de generar nuevos estudios sobre los efectos de la migración y sus vínculos con la educación y el trabajo infantil; en efecto, lo deseable es que las entidades de la República puedan destinar mucho más recursos para generar conocimiento y nueva información en la materia.
*Publicado originalmente en la revista México Social 01 de diciembre 2011. Link: http://goo.gl/HfUkS