Las reformas neoliberales y el TLCAN provocaron el vuelco regresivo de la economía mexicana, enmarcado en el impulso a una nueva modalidad, asimétrica y subordinada, de integración regional. Este vuelco, que agudiza las dinámicas migratorias y acentúa las desigualdades sociales y territoriales, se produce a través de un triple movimiento: desmantelamiento y rearticulación de la economía mexicana; generación de una desbordante masa de sobrepoblación;y desencadenamiento de la migración forzada
Desde finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, Estados Unidos impulsa en México, y otras partes del mundo periférico, las políticas neoliberales de ajuste estructural basadas en la triada: privatización, desregulación y liberalización.
Estas disposiciones, que cobran particular ímpetu bajo el andamiaje del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), venían acompañadas de la falsa promesa de reducir las asimetrías entre los países involucrados y abrir una senda franca para que México arribara al primer mundo. Ello, a su vez, al acelerar el desarrollo del país, reduciría las presiones migratorias y mejoraría los niveles de vida y bienestar de la mayoría de los mexicanos.
La historia, empero, ha sido muy diferente:
Primer movimiento: desmantelamiento y rearticulación de la economía mexicana
Bajo el influjo de la reestructuración neoliberal se produce en México un acelerado desmantelamiento del aparato productivo, comercial y de servicios heredado del periodo de sustitución de importaciones y una reorientación de la economía hacia una forma peculiar de exportación basada en el trabajo barato.
La orientación exportadora de la economía mexicana y la modalidad particular de integración regional en la que se inscribe, signada por el TLCAN, son resultado de las prácticas estratégicas de agentes comandados por las grandes corporaciones multinacionales y el gobierno estadounidense, bajo el paraguas de algunos organismos internacionales. En la génesis y puesta en marcha del TLCAN figura un sector de la clase política de Estados Unidos en alianza con las grandes corporaciones transnacionales de ese país y sus contrapartes en Canadá y México. En el caso mexicano, además del gobierno, destaca la activa participación de un sector de la cúpula empresarial mexicana encabezada por el Consejo Coordinador Empresarial y que se agrupa en torno a la Comisión de Organismos Empresariales de Comercio Exterior.
En ese contexto, México se convierte en poco tiempo en el principal exportador de Latinoamérica y decimotercero del mundo debido a una supuesta aplicación exitosa de las reformas económicas. A primera vista, su plataforma de exportación se conforma en un 90% de productos manufacturados, de los cuales 39.4% corresponde a “bienes difusores de progreso tecnológico”. No obstante, lo que impera en México, a contra sensu de lo que supondría el avance por una senda exitosa de exportaciones manufactureras, es un modelo de exportación cuyo eje es la venta al exterior de fuerza de trabajo barata. Este modelo, que resulta funcional al proceso de reestructuración de la economía estadounidense comandado por las grandes corporaciones multinacionales basadas en aquel país, descansa en:
1. La industria maquiladora, conformada por plantas de ensamble asociadas a una estrategia de relocalización productiva, comercial y de servicios comandada por grandes corporaciones de origen estadounidense para aprovechar bajos costos laborales en México. Para el país redunda en una muy baja integración a la economía nacional y, en contrapartida, contribuye al desmantelamiento del entramado económico nacional.
2. La maquila encubierta, entendida como plantas manufactureras con procesos productivos más complejos que la maquila, pero cuya operación se rige bajo el mismo sistema de importación temporal que la maquiladora, como ocurre en los sectores automotor y electrónico.
Es pertinente subrayar que la maquila y la maquila encubierta comparten dos características: a) carecen prácticamente de encadenamientos hacia delante y hacia atrás con el resto del aparato productivo, comercial y de servicios nacional; y b) están sometidas a fuertes procesos de precarización laboral con salarios que oscilan, frente a los salarios manufactureros en EU, en una relación de 1/10 en la maquila y 1/7 en la maquila encubierta.
Debido al elevado componente importado que involucran (entre 80% y 90% de las exportaciones totales), su contribución a la economía mexicana se reduce básicamente a una exigua derrama salarial, esto es, al valor de la fuerza de trabajo incorporado a las exportaciones. Esto significa que se trata de una exportación indirecta de fuerza de trabajo o, si se quiere, de exportación de fuerza de trabajo sin que los trabajadores mexicanos salgan del país. Éste es un elemento conceptual crucial que desmitifica el carácter supuestamente manufacturero de las exportaciones mexicanas, y que da cuenta de una regresión en la plataforma exportadora.
Bajo estas grandes consideraciones, si a la exportación indirecta de fuerza de trabajo se le suma la exportación directa de fuerza de trabajo vía migración laboral (a la que se refiere el tercer movimiento), queda claro cuál es el contenido real de las exportaciones mexicanas. De ahí la caracterización del modelo actual de crecimiento exportador como “modelo exportador de fuerza de trabajo barata”.
Segundo movimiento: generación de una desbordante masa de sobre población
El modelo exportador de fuerza de trabajo encuentra sustento en una política macroeconómica neoliberal que dogmáticamente persigue la estabilidad económica, entendida como el combate a la inflación y la reducción del déficit público; es decir, instrumentos macroeconómicos procíclicos que ante un entorno mundial recesivo constriñen las posibilidades de crecimiento económico. Si además se considera que la política antiinflacionaria ha tenido como objetivo oculto la contención y disminución del valor de la fuerza de trabajo, se podrá corroborar que lo que menos importa es generar mejores condiciones de trabajo y de vida para la mayoría de la población.
El aparato productivo que en estas circunstancias se genera se caracteriza por contar con: 1) un segmento volcado al exterior que a pesar de ser el centro de la política oficial no cumple con el papel de locomotora del desarrollo nacional y que aprovecha la baratura de la fuerza de trabajo para disminuir sus costos de producción, como ocurre con la exportación indirecta de fuerza de trabajo; 2) un segmento declinante e inconexo orientado al mercado interno que no tiene la capacidad para dinamizar el crecimiento económico nacional y que carece de apoyos gubernamentales para salir a flote, pero que, sin embargo, no ceja en su tarea de generar empleo, aunque en condiciones cada vez más limitadas y precarias; 3) un sector de subsistencia que responde a la necesidad autogenerada de crear un espacio laboral propio ante la precarización e insuficiencia del empleo formal, y es el caso de la llamada economía informal; y 4) un sector laboral transnacionalizado que en la última década ha sido el más dinámico, y se trata de la migración laboral, o la exportación directa de fuerza de trabajo.
Para dar una idea del problema, entre 2000 y 2008 se crearon en México 2 millones de empleos formales; mientras que los trabajadores en el sector informal crecieron en 3.2 millones y los migrantes en 3 millones. Esto significa que hubo un déficit de 6.2 millones de empleos formales en el periodo, a lo que se suma un descenso en el ingreso salarial y la pérdida del poder adquisitivo del salario.
Como corolario del desmantelamiento de la economía mexicana derivado de la implementación de las políticas neoliberales en el país y su profundización en el marco del TLCAN, se precarizan los mercados laborales y se genera una desbordante masa de población redundante o supernumeriaria que para subsistir se ve obligada a refugiarse en la informalidad o emigrar a Estados Unidos. Ante la crisis actual esta situación se ve sensiblemente agravada, dando lugar a severos procesos de descomposición social donde las fronteras con el crimen organizado se vuelven cada vez más porosas.
Tercer movimiento: desencadenamiento de la migración forzada
Bajo el modelo exportador de fuerza de trabajo, la migración México-Estados Unidos ha tenido un crecimiento exponencial en el curso de las últimas dos décadas. Este crecimiento se acentúa con la puesta en marcha del TLCAN, posicionando a México como el principal emisor de migrantes a Estados Unidos. Las dimensiones que alcanza el fenómeno migratorio son por lo demás elocuentes: en 2007 la población de origen mexicano que reside en Estados Unidos se estima en casi 30 millones de personas, entre emigrantes —documentados o no— nacidos en México (12 millones) y ciudadanos estadounidenses de ascendencia mexicana. Se trata de la diáspora más grande del mundo establecida en un país.
La migración mexicana a Estados Unidos ha experimentado también cambios cualitativos de primera magnitud en cuanto a escolaridad, composición étnica y de género, mayor permanencia de los flujos, etcétera; sin embargo, su característica más importante es que asume, con más fuerza cada vez, el carácter de un desplazamiento forzado. En este sentido, quienes participan en la corrientes migratorias son, en su mayoría, personas literalmente expulsadas de sus territorios que abandonan sus lugares de origen por necesidad, con la esperanza de acceder a medios de subsistencia u oportunidades de movilidad social.
Las condiciones en que se producen estos desplazamientos conllevan múltiples riesgos y peligros a lo largo del periplo migratorio —particularmente para los migrantes de baja calificación—, incluyendo su exposición permanente a condiciones de precarización laboral y exclusión social en los lugares de destino. Más aún, los migrantes internacionales están siendo crecientemente sometidos a políticas y prácticas de criminalización, racialización y discriminación, que no sólo los convierten en segmentos vulnerables y segregados, sino que muchas veces ponen en riesgo su propia vida.
Es importante destacar, por último, que en virtud de la prolongación hemisférica de la política de integración económica promovida por el gobierno estadounidense, México se ha convertido en el principal país de tránsito del mundo. Se trata, al igual que el flujo de connacionales a Estados Unidos, de un flujo de migración forzada sometida a condiciones aún mayores de vulnerabilidad y segregación social, donde el creciente número de víctimas en territorio mexicano constituye un foco rojo, un gravísimo y vergonzante episodio en los anales de la historia nacional, que no puede ni debe ser soslayado.
*Publicado originalmente en la Revista México Social el 01 de diciembre 2011. Link: http://goo.gl/eh3td
No hay comentarios:
Publicar un comentario