Migrantes discriminados*

Por Eduardo González Velázquez




México es un país de migrantes al menos por cuatro vías, a saber: los cientos de miles de paisanos que huyen de nuestro país hartos de no encontrar un futuro, principalmente rumbo a Estados Unidos; los miles de centroamericanos que diariamente ingresan por el sur de la República también con la mirada puesta en el vecino del norte; los millones de campesinos que se mueven a lo largo y ancho de México en busca de empleo y vivienda en las parcelas nacionales; y al menos un millón de estadunidenses que se han mudado a nuestras tierrasbuscando el mayor rendimiento de sus pensiones y condiciones climáticas más favorables.

A querer o no, si tomamos en cuenta el contexto de nuestra sociedad migratoria, resulta complicado entender los datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México. Personas migrantes (Enadis) 2010, realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, dados a conocer esta semanaen la Secretaría de Gobernación (La Jornada, 29 de febrero de 2012).

La Enadis nos muestra que los migrantes en general son el tercer grupo de población más discriminado en México. Cuatro de cada diez mexicanos consideran que en México no se respetan los derechos de los migrantes, la percepción aumenta al referirnos únicamente a los centroamericanos, pues cinco de cada diez piensan que sólo se respetan “algo o poco”, y tres de cada diez opinan que “no se respetan nada”. Siete de cada 10 consideran que los migrantes provocan divisiones en la sociedad, y 27 por ciento no aceptaría que en su casa vivieran extranjeros. Más de la mitad de la población cree que para atender la demanda de empleo por parte de migrantes el “gobierno” debería de crear más puestos de trabajo, y dos de cada diez consideran que el control de la migración sería una solución, esta última percepción cruza necesariamente por el terreno de la criminalización de los “sin papeles”.

Desde el divisadero migratorio, la tercera parte de los migrantes entrevistadas acepta que en México no se respetan sus derechos y cerca de la mitad afirma que el desconocimiento de los problemas a los que se enfrentan impide que la sociedad se comprometa en su solución.20.5 por ciento piensa que como consecuencia de su condición migratoria “irregular”, el principal problema que viven es la discriminación, 23 por ciento opina que es la falta de empleo, y 17 por ciento asegura que es la inseguridad

Al dividir las respuestas según la zona geográfica en la que fueron realizadas, el Conapred y la UNAM descubrieron que en los estados del centro y sur del país (Colima, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo, Morelos, Puebla, Tlaxcala, Tabasco, Veracruz, Chiapas, Guerrero y Oaxaca) la mayoría de la población tiene la percepción de que no se respetan los derechos de las personas migrantes.

En Tabasco y Veracruz 42 por ciento considera que no se respetan, y 35.7 por ciento que sí se respetan los derechos de las personas migrantes, hoy por hoy, estos dos estados se significan como una de las territorialidades migratoria más violentas del país (Enadis, 2010).

Llama la atención que los migrantes centroamericanos sean considerados por una parte de la población como los causantes directos del clima de violencia que recorre México, cuando son precisamente ellos quienes padecen robos, extorsiones, torturas y secuestros, no solo a manos de miembros de la sociedad en general, sino de funcionarios de los tres niveles de gobierno, así como de todas las corporaciones policiacas y del Ejército y Marina. Este universo de abusos en muchas ocasiones no es denunciado por los migrantes por el temor de ser deportados a sus lugares de origen debido a no contar con los “papeles” necesarios para transitar en nuestro país.

La discriminación y el abandono en el que se mueven los exiliados económicos en México no termina con los centroamericanos, los mismos campesinos nacionales que recorren los campos de cultivo del país en busca de trabajo y alimento experimentan condiciones de discriminación. A no dudar, las condiciones de vida de los campesinos e indígenas en los campos de cultivo no son las mejores.Al atender los resultados de la Encuesta Nacional de Jornaleros Agrícolas realizada por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), podemos observar que en México 26 por ciento de la población jornalera es migrante, y se emplean en el campo, sin contrato formal.

Según varios organismos civiles, coordinados por la Organización de Naciones Unidas (ONU), quienes presentaron en la Ciudad de México su primer informe, denominado Migrantes somos y en el camino andamos (La Jornada, 29 de febrero de 2012).En algunos campos de cultivo de Sinaloa los cuartos para vivir son de 3×4 metros, el piso es de tierra, y no cuentan con ventanas. Además de no contar con la infraestructura necesaria para atender las necesidades educativas y de salud de los menores que acompañan en el periplo migratorio a sus padres. Solo 25 por ciento de los jornaleros son registrados por sus patrones ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Frente a esta pesada realidad se impone visibilizar al migrante, dejar de huir del diferente y aprender a mirarnos en el otro. En tanto no aceptemos el permanente flujo y reflujo de personas que atraviesan por nuestra territorialidad estaremos impedidos como sociedad para caminar por los espacios de la diversidad, la pluralidad, la inclusión y la equidad social.

* Publicado originalmente en La Jornada JALISCO, 2 marzo 201. Link [goo.gl/KZERl]

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